Por: Noemi Polo

Uno de los medios más fecundos para iniciar en la fe, es iniciar en la oración, que es la puesta en ejercicio de la fe: un creyente que siente en su corazón la presencia de Dios emana por sus labios en alabanza a Dios, en petición a Dios; de modo que la oración procede de la fe, pero al mismo tiempo alimenta a la fe. Hay pocos medios tan eficaces como orar y orar comunitariamente para ayudarnos unos a otros a que la presencia de Dios se vaya haciendo más real y la experiencia de fe más viva.

Dios es la realidad que sustenta en el ser todo lo que existe, el hombre no puede vivir sin Dios.

Y el sujeto que se ha abierto hacia Dios, tiene una disposición que favorece la apertura al otro en cualquier circunstancia.

De Dios no se puede dar ni una definición ni una argumentación para demostrar su existencia, porque si se pudiera demostrar a Dios, no sería Dios. Pero hay un camino a realizar, que lleva a reflexionar, a pensar y descubrir los elementos de nuestra propia condición, que hablan de Dios en nosotros y en el mundo.

Se trata de que los creyentes seamos testigos de Jesucristo y para eso tenemos que hacer un esfuerzo para dar con el centro de nuestro ser cristiano, que no son unas creencias, no son unas normas morales, no es la pertenencia a una iglesia, todo eso forma parte del ser cristiano, pero el centro está en otro lugar, el centro es que te conozcan a TI, ÚNICO DIOS VERDADERO, que enviaste a JESUCRISTO como nuestro salvador y redentor; sabiendo que “conocer” significa percibir a una persona como distinta de todo lo demás. Eso tiene que ser DIOS para nosotros.

Por eso les digo: todo lo que pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo tendrán. Marcos 11,24.

Jesús nos invita a pedir con fe y perseverancia. El que ama humildemente a DIOS comprende que DIOS nos quiere levantar. Por eso en tu oración pide, sabiendo que DIOS te escucha.